jueves, 25 de marzo de 2010

Compartiendo...

... ésta rolita de los Foals que está bien chida. Me cuadra bastante. Disfruten.



"(...) I'm the fury in your head, I'm the fury in your bed

I'm the ghost in the back of your head

Cause I am (...)"


Me voy al cine a ver "Alicia en el país de las maravillas". A ver que tal.

Saludos a quien pase por aquí.

miércoles, 24 de marzo de 2010

No pasa nada, es sólo la vida pasando.

Soñé, creí, luché, amé, perdí. Me rompí por completo... una vez... pero me reconstruí. Casi me rompo una segunda vez pero en lugar de ello elegí atreverme a ser fuerte, a ser paciente y tolerar mis errores, y sobre todo, enmendarlos... para conmigo mismo. Acepté la responsabilidad de mis acciones, asumí mis sentimientos. Soy humano, nací para vivir y vivo para aprender. Porque nadie nace sabiéndolo todo, porque nadie crece sin cometer errores. Me rompí, sí, pero el "pegamento" que sirvió para unir de nuevo las piezas de mí, para mi reconstrucción, está hecho con los mejores ingredientes que un hombre que se atreve ser adulto puede tener: La lucha, la convicción, el deseo de ser mejor cada día y sí, dos elementos sumamente importantes: El respeto y el amor. El respeto hacia todo, a uno mismo y a lo y los que te rodean. Amor propio, y el que siento por mi gente, por el mundo, por la vida misma. Porque mi responsabilidad principal como persona es hacer todo lo que está al alcance de mi poder para crecer y evolucionar. Para ello debo madurar, ser generoso, compasivo y amoroso, conmigo mismo y con los demás, en cualquier circunstancia, lo más que se pueda. En eso radica mi "humanidad"... en saberme un ser humano... en saber serlo. Y además de ello tener siempre presente que como tales podemos muchas veces hacer mal las cosas: equivocarse y remediar... sanar y continuar. Está bien romperse, como está bien ser frágil. La vida misma lo es, a cada segundo, a cada respiro. Pero siempre se encuentra la fortaleza, esa que nos hace replantear el panorama y seguir adelante, caminando siempre con la frente en alto. Quizá a veces lo que falta es dejar de ver las cosas en blanco y negro. La vida no debe verse ni asumirse así. La vida es sabia y nos brinda oportunidades, sólo necesitamos relajarnos y aceptar, dejar atrás y continuar. Como Rilke, poeta alemán, escribió una vez, y cito primero en inglés:

"Let life happen to you... life is in the right, always".
Tr. "Deja que la vida te pase... la vida está en lo correcto, siempre".


Y tú, ¿Dejas que la vida... te pase?

martes, 9 de marzo de 2010

De una noche de ausencias y nostalgia

Del día que creé este blog a hoy, han sido días de intenso trabajo y desgraciadamente a su vez, de muy escasa creatividad para mí. He estado como ausente en la oficina, sintiéndome vacío la mayor parte del tiempo y sin lograr avanzar mucho con mis pendientes. Se dividen la culpa de esto, la gris monotonía que últimamente invade mi tiempo y la soledad. Esto de estar solo me sienta bien en ocasiones: cuando me encierro a ver una película en mi habitación ó cuando sí fluyen las buenas ideas para trabajar y puedo poner mi música en la oficina sin que nada me disturbe. Pero la reciente soledad que me acompaña -válgase la ironía del asunto- está simplemente de la chingada. No ahondaré mucho en ello. Sólo decir que en ocasiones se siente del carajo. Como también se siente del carajo que el mundo pierda a gente valiosa como pasó la semana pasada, cuando falleció Carlos Montemayor, "militante activo del pensamiento crítico y luchador de la justicia social" como lo describieran en el diario "La Jornada". Escritor, poeta, cantante de ópera, ese fue Montemayor. Un mexicano valioso de quien desconozco mucho de su obra, pero de quien llegué a leer algo en un par de ocasiones, por aquella época en que unos buenos amigos lo invitaron a dar una charla en la Ibero, nuestra universidad. Releí el currículum de Montemayor tras su muerte y reconozco que indudablemente era un mexicano valioso. La madrugada del 3 de marzo falleció también Enoch Cancino Casahonda, poeta y escritor chiapaneco al cual reconocen en mi tierra como la segunda pluma más importante después de Jaime Sabines, al menos en el ámbito de la poesía. Don Noquis como le conocían muchos, escribió en los años 70 en un poema las siguientes líneas: "Si tengo que morir que sea por marzo, de noche, de pronto, y sin ningún llanto, mientras los astros midan los horarios, y justifican su quehacer amargo". Vaya suerte de profeta y de suerte del poeta. Morir como quería. Quizá en donde ahora se encuentre esté celebrando su victoria, esa de adivinarle a la muerte la forma y el momento de su partida. Descansen en paz los dos poetas. Y bueno, alguien que no sospechó nunca el instante de su último suspiro fue Oscar, uno de mis mejores amigos de la preparatoria, y es que justo hoy se cumplen 10 años de su muerte. Un automovilista imprudente le arrebató la vida en un accidente absurdo ocasionado por una estúpida vuelta en U mal dada (por el imbécil del coche en cuestión). Recuerdo que me contaron sus cercanos que la Sra. Estrella, su madre, le hablaba mientras el yacía inconsciente en el pavimento, sólo para decirle que se fuera tranquilo, que era la hora de partir. Que su familia iba a estar bien. Sin duda su mamá, así como su padre, sabían que los esfuerzos de los paramédicos serían en vano y por ello lo despidieron ahí, en plena calle. Mi amigo se desnucó al instante tras estrellar su motocicleta, la cual conducía a velocidad moderada por la avenida, contra el coche aquel. Y aunque llevara casco, la manera en que su cabeza golpeó el pavimento fue suficiente para terminar con sus sueños, con su vida y para dejar un hueco eterno en sus padres y hermanas... así como en los amigos que hasta hoy le extrañamos y recordamos con cariño. Diez años ya de aquel día... se dicen tan fácil. Y es que la muerte nos ronda a cada instante, nos persigue, intenta seducirnos donde y cuando sea. Cuando vamos tras el volante con copas de más, cuando uno se deprime, cuando uno maneja sin razón a velocidades ridículas, o cuando uno duerme de madrugada como Don Noquis, o hasta cuando uno ni siquiera piensa en ello, como Oscar, a quien dediqué las siguientes palabras cuando me enteré de su muerte, aquella noche de un jueves 9 de marzo mientras "yo vivía la experiencia de mi vida" como maestro en la selva chiapaneca... y mientras él vivía la experiencia de su muerte, y los suyos, la más cruel y difícil: la de su eterna ausencia.

"Dejo la selva que me acoge
y que me ve renacer en sus brazos de madera
Me dirijo rumbo a un encuentro
con un viejo amigo y compañero
que al igual que yo vuelve a nacer
pero en los brazos de las nubes;
Va rumbo a su nuevo hogar
que se encuentra en las estrellas
Confusión e incredulidad me invaden,
No quiero creer que se muda
aunque sé que no puedo evitar su partida.
Dejo que fluyan las lágrimas de la triste despedida,
como fluyen las olas en el mar
y como fluye ésta sangre que hierve de coraje
y que me quema las venas.
No me queda más que alcanzarle allá en la urbe
para verle por última vez en su forma terrenal y
decirle adiós al cuerpo, limpiarme el rostro de tristeza
y pintarme una sonrisa, para darle la bienvenida
a ese viejo amigo que vuelve a la vida,
sólo que ahora... vestido de ángel."

Escrito la madrugada del 10 de marzo del 2000
en un autobús que me llevaba de la Selva a Tuxtla Gtz.


Así que ésta noche me siento algo triste, por esos que recién partieron pero sobre todo claro, por ese amigo que hace una década perdió la vida. Hoy aún se siente su ausencia, casi tanto como siento la mía, a pesar de aún poder sentir y respirar. Y es que justo eso es lo que logra entristecerme... saberme aquí vivo pero de muchas formas solo, y de tantas más, ausente.